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jueves, 14 de abril de 2011

Etapa prehispánica (2000 a.C. - 1521)


La cuenca de México, está delimitada al sur y al poniente por las estribaciones de la Sierra del Ajusco, al norte por la Sierra de Guadalupe y al oriente por los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl. Ubicada a 2,240 metros de altura sobre el nivel del mar, esta región lacustre, caracterizada por su suave clima y riqueza de recursos naturales empezó a ser habitada desde tiempos remotos. Varios miles de años atrás, la cuenca de México junto con otras regiones de Mesoamérica fueron el sitio donde se desarrolló una de las más importantes revoluciones agrícolas de la humanidad, cuando se domesticaron en sus tierras el maíz, el tomate, la calabaza, el chile, el chocolate, entre otras importantes especies de animales y vegetales que con el tiempo constituirían parte fundamental de la dieta no sólo en el continente americano sino en amplias regiones de Europa y Asia.
Siglos más tarde, alrededor del año 1000 a.C. empezarían a florecer en las riberas del Lago de Texcoco varias villas y pequeñas aldeas dedicadas en un principio a la agricultura pero que con el tiempo verían surgir en ellas otras actividades como la cerámica y el comercio. La raíz de la prosperidad agrícola de estas aldeas estaba basada en el modelo de chinampa, un sistema de  explotación intensiva de la tierra mediante la construcción de islas artificiales sobre los lagos de la cuenca que eran fertilizadas por el sieno y la materia orgánica depositada en el lago, y que contaba con una provisión permanente de agua que permitía tener varias cosechas al año. Este modelo agrícola estimuló la consolidación de sociedades teocráticas altamente desarrolladas de entre las cuales destacan especialmente la de Cuicuilco al sur del Valle de México y la de Teotihuacan al norte, esta última llegó a tener más de 100 mil habitantes en su periodo de mayor esplendor, siendo la ciudad más poblada del mundo en su tiempo y centro político, cultural y económico de una de las más influyentes civilizaciones de la América precolombina. Ambas ciudades sufrieron el embate de la fuerzas de la naturaleza, Cuicuilco vio su fin en medio de la lava y las cenizas ardientes del Volcán Xitle. Teotihuacan sufrió una sequía a consecuencia de la sobreexplotación de sus recursos naturales que junto con problemas políticos internos y la llegada de invasores de Aridoamérica, pusieron fin a varios siglos de hegemonía en el México Central.
Cientos de años más tarde, cuando el nombre de estas antiguas ciudades era ya fuente de inspiración de mitos y leyendas, la cuenca de México empezó a recibir nuevos grupos de pobladores pertenecientes a tribus provenientes del norte, que tenían como lenguaje común el náhuatl. Estas tribus se fueron abriendo paso entre los grupos que seguían habitando la región, aprendieron algunas de sus costumbres y técnicas agrícolas, estableciendo varias ciudades que con el tiempo formarían una compleja red de centros productivos y de intercambio comercial en todas las inmediaciones del Lago de Texcoco. Algunas de estas ciudades fueron Azcapotzalco, Culhuacán, Texcoco, Mixcoac y Tlacopan, entre otras, pero especialmente una, la más nuevas de todas, empezaría a adquirir gran poder hasta el punto de prácticamente igualar el esplendor que algún día tuvo Teotihuacan, se trataba de una ciudad fundada en un islote en medio del lago, su nombre era México – Tenochtitlan.
México – Tenochtitlan, cuyo nombre significa “en el ombligo de la Luna” fue fundada el 13 de marzo de 1356.Tras aprovechar varias oportunidades tácticas en medio de una serie de conflictos militares entre las ciudades ribereñas del Lago de Texcoco, Tenochtitlan rápidamente se convirtió en centro de un imperio que tras una intensa campaña de expansión amplió sus dominios a tierras tan lejanas como Chiapas y Centroamérica a lo largo de dos siglos, controlando gran parte del territorio de Mesoamérica desde las costas del Golfo de México al este hasta el Océano Pacífico al oeste. De esta manera, Tenochtitlan creció hasta convertirse en una de las más prosperas y pobladas urbes del siglo XV en el mundo, contando sus habitantes con servicios que eran desconocidos en esa época en la mayoría de las ciudades del viejo mundo tales como agua potable, drenaje, en otros. Sus calles eran amplias y pavimentadas, y estaban organizadas en torno a cuatro calzadas que partían desde una inmensa plaza en el centro de la ciudad  hacia los cuatro puntos cardinales dando lugar a una ordenada cuadrícula ortogonal integrada por calles pavimentadas y canales por donde llegaban mercancías tanto de localidades ribereñas como de los puntos más remotos del imperio. En el centro de esta ciudad se ubicaba el centro ceremonial, mismo que se caracterizaba por sus altas pirámides realizadas en mampostería así como por las celebraciones rituales que incluían desde bailes y ceremonias hasta sacrificios humanos.
A principios del siglo XVI, en pleno esplendor de Tenochtitlan, un acontecimiento cambió para siempre la ciudad  del mundo, el descubrimiento de América y años más tarde la expedición del español Hernán Cortés a territorios de la actual República Mexicana. Fue así que en 1519, tras haber recorrido gran parte de Mesoamérica con un pequeño ejército de españoles pero aliado con una gran milicia conformada por pueblos indígenas enemigos de Tenochtitlan, pero sobre todo portando consigo algunas enfermedades desconocidas en el Nuevo Mundo, como la viruela, Hernán Cortés fue recibido por el emperador Moctezuma II, quien fue apresado poco después.
Tras una serie de levantamientos populares y la expulsión del ejército español, Tenochtitlan fue sitiada en mayo de 1521 y después de sufrir durante tres meses la falta de agua y alimentos, así como el azote de las nuevas enfermedades traídas por los europeos, México – Tenochititlan cayó el 13 de agosto de 1521. 

Desde la llegada de los seres humanos al valle de México, el territorio que actualmente ocupa el Distrito Federal ha sido un punto medular en el desarrollo de las sociedades que han vivido en lo que hoy conocemos como México. Los restos más antiguos de ocupación humana en el Distrito Federal proceden de sitios ribereños de lo que fue hace mucho tiempo el sistema lacustre conocido como Lago de Texcoco. Los más antiguos indicios de ocupación humana de este territorio proceden de San Bartolo Atepehuacan (Azcapotzalco), y corresponden al período Cenolítico Inferior (9500-7000 a. C.).
Posteriormente, bajo el influjo o a la sombra de la cultura olmeca, en los tres primeros milenios a.C. se desarrollaron en el territorio del Distrito Federal varias poblaciones que con el tiempo adquirieron gran importancia en la historia de Mesoamérica. Entre ellas están Tlatilco, localizada en la ribera norte del Lago de Texcoco, y en las faldas de la sierra del Ajusco, Cuicuilco. Hacia el final del período Preclásico, habían decaído muchos siglos después de la decadencia de Tlatilco, y por el inicio de la era cristiana, Cuicuilco había comenzado a ceder su hegemonía en el valle de México a la gran ciudad de Teotihuacan, localizada al noreste del lago de Texcoco.
Durante el período Clásico, Teotihuacan fue un imán que atrajo a la mayor parte de los pobladores de la cuenca lacustres, razón por la cual muchos antiguos pueblos preclásicos quedaron relativamente olvidados. Sin embargo, algunos de ellos hubieron de sobrevivir como satélites del área nuclear teotihuacana. Azcapotzalco fue el más importante de ellos, seguramente habitado por pueblos de ascendencia otomí. En el oriente del lago, el cerro de la Estrella fue la sede de un pequeño pueblo teotihuacano cuyos restos ya se conocían desde hace mucho tiempo. Los hallazgos arqueológicos en el sitio (ocurridos en el 2006) revelan que este pueblo fue más importante y mayor de lo que se pensaba.
Durante la época de decadencia de Teotihuacan (siglo VIII), sus antiguos habitantes la abandonaron paulatinamente. Algunos de ellos se fueron a radicar a las riberas del lago, donde fundaron pueblos como Culhuacán, Coyoacán y Copilco. Entre los siglos VIII y XIII, el territorio del actual Distrito Federal fue el destino de varias tribus chichimecas. Una de ellas, la de los toltecas, pasó por Culhuacán, donde recibió la herencia teotihuacana de sus pobladores. Años más tarde, la fusión de los toltecas y los colhuas dio lugar a la gran cultura tolteca, que dominó el valle de México y buena parte de Mesoamérica entre los siglos XI y XIII. Cuando cayó Tula, la capital de los toltecas, algunos grupos volvieron a radicar a Culhuacan, convirtiendo a esta población en el poder dominante en el sur del lago de Texcoco.
Hacia el siglo XIV habían llegado los últimos remanentes de los pueblos chichimecas. Se establecieron en las orillas del lago. Los últimos en arribar fueron los mexicas, que luego de merodear por la ribera y ser mal recibidos en la mayor parte de los señoríos, finalmente se establecieron en el islote de México. En ese sitio fundaron Tenochtitlan, la más grande metrópoli que conoció Mesoamérica. Tenochtitlan, junto con sus aliados de Tlacopan y Texcoco, dominaron un territorio amplísimo, de cerca de 300 mil kilómetros cuadrados. El florecimiento de Tenochtitlan fue interrumpido debido a la conquista española.

1 comentario:

  1. Muy buen trabajo Jorge sobre todo muy pero muy completo e interesante.

    Te felicito.

    Saludos.

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